Su nombre completo es pianoforte. Su teclado consta de 52 teclas blancas y 36 negras. Posee tres pedales (aunque Beethoven tenía uno con cuatro). Se fabrica con diferentes tipos de madera... Su creación se atribuye a Bartolomeo Cristofori. Pero, sinceramente, opino que un piano es mucho más que todo eso.
Asisto a clases de piano una vez en semana desde hace cinco años, lo cual no es demasiado. Aún no conozco todos los secretos de este instrumento. Pero sé lo que se siente al presionar una tecla, y otra y después otra más... El primer lugar al que acudo cuando me siento mal es mi habitación, ya que allí es donde está mi piano. Me siento en mi banqueta y comienzo a tocar. Pueden ser tanto piezas clásicas como composiciones de mis grupos favoritos, e incluso puedo empezar a componer algo que luego acaba en el olvido...
Este instrumento tan especial llegó a mis manos en mi décimo cumpleaños, un día como otro cualquiera de noviembre. Mi cara se iluminó y, sin duda, fue un día especial. Por aquel entonces había aprendido a tocar la melodía de una de las famosas canciones de la película Sonrisas y Lágrimas. Llamé por teléfono a mi abuela y se lo enseñé. Quién sabe, a lo mejor a ella también se le iluminó la cara, aunque solo se tratara de una simple melodía tocada con la mano derecha.
Este instrumento tan especial llegó a mis manos en mi décimo cumpleaños, un día como otro cualquiera de noviembre. Mi cara se iluminó y, sin duda, fue un día especial. Por aquel entonces había aprendido a tocar la melodía de una de las famosas canciones de la película Sonrisas y Lágrimas. Llamé por teléfono a mi abuela y se lo enseñé. Quién sabe, a lo mejor a ella también se le iluminó la cara, aunque solo se tratara de una simple melodía tocada con la mano derecha.
Me preparo para unos exámenes cada año, en los cuales debo tocar tres piezas y una serie de escalas y arpegios, así como leer un ejercicio de primera vista y, por último, hacer unas pruebas de percepción auditiva. Recuerdo que en el primero que me presenté (Grado 1) me temblaban las manos y eso me entorpeció un poco. Pero al parecer, mi cerebro se dio cuenta de que expresar mis nervios a través de las manos era algo negativo, así que en el examen de Grado 2 lo que me temblaba era la pierna derecha. ¡Por suerte no tenía que utilizar el pedal!
La música es uno de los mejores regalos que nos ofrece el mundo. No deberíamos dejarla escapar. Este año estoy especialmente ilusionada con la idea de estar aprendiendo a tocar un instrumento, sensación que se ha acentuado desde que me han regalado tres libros de partituras. Uno de ellos es de McFly, concretamente de su tercer álbum (me encanta tocar la canción Bubble Wrap cuando es de noche, creo que es el mejor momento, el más indicado). Otro libro cuenta con las 26 canciones más conocidas de The Beatles: All You Need Is Love, Hey Jude, Let It Be... Canciones que no se pueden describir con palabras. Y el último libro contiene una variada selección de canciones clásicas de rock, como Clocks de Coldplay, Somebody To Love de Queen, o Your Song de Elton John, entre otras.
El sonido que produce el piano es inigualable. No lo puedo comparar con otro... Tiene un color especial y distinto, más dulce. He asistido a cuatro conciertos de piano en mi vida. En ellos, mi instrumento preferido estaba acompañado por otros instrumentos de viento, cuerda y percusión, pero yo no dejaba de mirar al piano, preguntándome si algún día yo podría llegar a interpretar música a ese nivel, haciendo que las personas que estén escuchando puedan sentir tanto, toda la magia que yo esté intentando crear por medio de un instrumento.
Creo que tocar el piano me ayuda a ser mejor persona. Llegar del colegio, dejar la mochila tirada en el suelo y ver mi piano iluminado por la luz que traspasa la ventana. No puedo resistirme a poner una mano sobre él y acariciar las suaves teclas. La verdad es que no cambiaría esa sensación por nada del mundo.
McMota
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